Matteo Pelucchi (Giussano, Italia, 21 de enero de 1989) es, hoy en día, un hombre con un nombre propio y un peso específico en el pelotón internacional. En este 2019 estrena nuevos retos en el Androni Goicattoli-Sidermec italiano después de haber pasado las últimas dos campañas compartiendo filas con el tricampeón mundial Peter Sagan en el Bora-Hansgrohe. Su palmarés puede que no sea excesivamente amplio en lo que a victorias se refiere, pero el transalpino puede presumir de haberse convertido en uno de los grandes gregarios del panorama ciclista actual. Pero todo esto podría haber sido muy distinto. Su carrera y su futuro estuvieron muy cerca de tomar otro camino poco antes de conseguir su primer triunfo como corredor profesional en la Clásica de Almería de 2011.
El inicio de aquel año, el primero de Pelucchi como profesional, no estaba siendo sencillo en el equipo que le dio la oportunidad. Geox, sucesor del Footon-Servetto, había perdido la condición de equipo ProTour (actual World Tour) y, pese a contar con figuras de gran calado como Carlos Sastre, Denis Menchov, Juajo Cobo o Rafa Valls, trataba de acomodarse a su nueva situación.
Aquello llevó a la escuadra dirigida por Joxean Fernández Matxin a brillar de forma especial en todas aquellas carreras de primer nivel a las que iban como invitados, pero la fortuna les estaba siendo esquiva y cerca de mes y medio después de comenzar la temporada, la victoria se les seguía resistiendo.
La historia del equipo viajaba paralela a la del joven Matteo Pelucchi, entonces un neo de sólo 21 años que llegaba al campo profesional con el sello de hombre rápido. De velocista puro. Antes de viajar a Almería, el transalpino había formado parte de los equipos que Geox había presentado en el Tour de Catar y el Tour de Omán, donde ya demostró que su adaptación estaba siendo muy rápida cuando acabó cuarto en la sexta y última etapa.
Pese a las normales dudas de todos los inicios profesionales, Pelucchi tenía motivos para ser feliz. Unos meses antes, en junio de 2010, salió a entrenar con su pareja, Marina Romolli (plata en el Mundial júnior de 2006) y un amigo de ambos, también ciclista. Aquel día la tragedia se cruzó en su camino cuando un coche embistió a Romolli dejándola paralítica de cintura para abajo.
La acción rápida y decidida del propio Pelucchi evitó que las consecuencias para su pareja fueran todavía más graves, pero al joven y prometedor velicista transalpino aquel accidente le dejó muy tocado. “Si Marina no puede volver a andar, me quedaré junto a ella. El ciclismo ya no tiene sentido para mí”, sentenciaba, poniendo un punto y final muy temprano a su prometedora carrera.
Pese a todo, su novia no permitió que su nueva situación, postrada en una silla de ruedas, acabara con los sueños y esperanzas de Pelucchi. Fue ella la que, a base de insistencia y muchas horas de conversación, acabó convenciendo al corredor de que retomara sus entrenamientos y las competiciones. Además, fue ella la que propició el salto al profesionalismo de su pareja. Corredora del Diadora, equipo femenino de la estructura de la que dependía el Geox, movió hilos hasta conseguir que Matxin y los suyos se fijaran en aquel joven de 21 años muy veloz.
No pudieron haber tomado mejor decisión. El domingo, 27 de febrero de 2011, Matteo Pelucchi arrancaba en Almería la que iba a ser su primera carrera profesional en Europa. La cuna del ciclismo. El italiano, espoleado por el cuarto puesto conseguido en la última etapa del Tour de Omán sólo siete días antes, quería devolverle a su equipo, necesitadísimo ya de una alegría, la confianza depositada en él.
Tras 179,5 kilómetros de pedaleo Pelucchi inauguró su palmarés particular y el de su equipo en un espectacular sprint en el que superó a un (ya entonces veterano) José Joaquín Rojas y a otro neo como Pim Ligthart.
Hoy, en el día de su 30 cumpleaños, recordamos a un Matteo Pelucchi que, con su historia, engrandeció un poco más el palmarés y, sobre todo, el álbum de recuerdos e historias de nuestra Clásica de Almería.
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