El flamante vencedor de la última etapa de la Vuelta a Murcia, Luis León Sánchez (Astana) es, con ocho participaciones, el corredor que más veces ha estado en la Clásica de Almería de cuantos tomarán mañana la salida desde Roquetas de Mar. Sin embargo, no es Luisle el corredor que ostenta el honor de ser el último ciclista nacional en haber subido al podio de la prueba almeriense. Juanjo Lobato (Fundación Esukadi-Orbea), también uno de los más fieles a la cita andaluza (cinco participaciones, las mismas que Dani Navarro y Lukasz Owsian), consiguió terminar segundo en 2014 y 2015 y regresa ahora, cuatro años después de su última presencia, a la carrera de su tierra.
Lobato ha vuelto al ciclismo español después de dos temporadas en el Nippo-Vini Fantini y lo hace, regresando a la que fue su casa en 2013. Mucho ha cambiado, es verdad, aquel Euskaltel-Euskadi que militaba en el World Tour y ahora, bajo el nombre Fundación Euskadi-Orbea, debuta en la segunda división del ciclismo mundial; pero el color naranja que con tanto orgullo pasean los hombres de la escuadra presidida por Mikel Landa obligan a sacar ese punto de raza que siempre les ha caracterizado.
Pocas horas antes de formar en Roquetas de Mar junto a sus seis compañeros, Lobato se muestra optimista en cuanto su estado de forma. “Me encuentro bastante bien”, asegura. Como hemos dicho, Lobato no sólo es el último español que pudo subir al podio en la Clásica de Almería sino que, además, lo hizo en dos ediciones consecutivas con idéntico resultado: segundo.
De aquellas dos pruebas, Lobato guarda “un muy buen recuerdo. Fue muy bonito poder hacerlo en Andalucía. En ambas ocasiones pasamos bastante bien toda la carrera y el equipo trabajó muy bien, pero nos encontramos con dos grandes corredores como Sam Bennett y Mark Cavendish que acabaron levantándonos la carrera”.
La última vez que Lobato estuvo en la Clásica de Almería fue en 2016 y en este 2020 regresa lleno de ilusión y optimismo. Tras dos temporadas en Italia, donde no era el claro referente de su equipo en los sprints, su regreso a la Fundación Euskadi-Orbea le coloca, de nuevo, en la punta de lanza del tren naranja.
“Creo que este año hemos empezado muy bien”, explica el corredor de Trebujena sobre estas primeras semanas del equipo naranja como PCT. “Hemos tenido un buen arranque y estamos muy motivados. La verdad es que, efectivamente, en este equipo tengo el deber de estar un poco más adelante en los sprints y eso es un gran aliciente para tratar de recuperar el nivel que tenía antes”.
Un deber que, además de por su posición dentro de la estructura vasca, viene reforzado por la obligación de hacer honor al ADN del maillot naranja, sinónimo de agresividad y espectacularidad sobre la bicicleta. “Evidentemente, eso es así”, asegura un Lobato que añade que “tener la oportunidad de volver a disfrutar de este maillot naranja en la carretera es para mi una motivación y un privilegio. Me siento muy honrado de poder disputar las carreras en España y fuera, pero las pruebas españolas son siempre una motivación extra”.
Aunque será la carretera la que decidirá cómo se desarrolle la 33ª Clásica de Almería, el guion previo hace pensar en una resolución al sprint, la más habitual durante las ediciones ya disputadas. Si se da esa circunstancia, Lobato confía en poder volver a hacer un buen papel en la carrera que le dio esas dos grandes alegrías en el pasado. “La verdad es que yo me veo bien. Es verdad que la presencia de tantos buenos sprinters en la carrera hace que sea más difícil ganar, pero, a la vez, siempre digo que el hecho de que haya tantos gallos hace la carrera en sí más fácil porque va más controlada y se aumentan las posibilidades de llegar al sprint. Además, con tantos buenos velocistas es más fácil colocarse bien en los metros finales”.
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