Muchísimo público se dio cita esta mañana en el centro de Almería, en un día casi primaveral, para despedir a los 116 corredores que afrontaban los 192,5 kilómetros que, primero por un terreno quebrado y luego viajando junto al mar Mediterráneo, debían llevarlos hasta Roquetas de Mar, municipio que acogía por cuarta vez consecutiva la línea de meta de una prueba que, tras el viento que ayer preocupó a muchos, respiraba aliviada esta mañana ante las buenas condiciones climatológicas.

Como era de esperar, el pelotón, con los Katusha-Alpecin y Astana siempre muy atentos en las primeras posiciones, no quiso complicaciones en ese bucle por el interior de la provincia y, tras apenas cinco kilómetros en los que varios intentos no lo consiguieron, dejaron que se formara un grupo de siete unidades con Carlos Verona (Movistar), Juan A. López Cozar (Esukadi-Murias), Axel Journiaux (Direct Energie), Justin Timmermans (Roompot-Charles), Jetse Bol (Burgos-BH), Emerson Oronte (Rally-UHC), Petr Rikunov (Gazprom-RusVelo), que no tardaron en abrir hueco hasta que el pelotón, llegados los cuatro minutos de retraso respecto a la cabeza, decidió mantenerlos bien atados para no llevarse sorpresas en la parte final de la carrera.

El americano Oronte fue el primero de los fugados en evidenciar que no iba a poder con ese ritmo y poco antes del sprint intermedio de Tabernas, por donde el francés Journiaux pasó en primera posición, se dejó caer hasta el pelotón dejando, por lo tanto, un grupo cabecero de seis hombres.

Sería Carlos Verona el que, buscando la clasificación de la montaña (que a la postre conseguiría), se marcharía en solitario por delante en las rampas del Alto de Lucainena (4ª categoría) y no volvería a ser alcanzado por el pelotón hasta rebasada la última cima de la jornada, el Alto de Turrillas (2ª categoría). Fue en esa postrera dificultad del día cuando algo sucedió en el pelotón. Una de esas situaciones de carrera casi incomprensibles cuando, tras una jornada relativamente tranquila, un equipo imprime un poco más de nervio y acaba pillando a alguno despistado.

El pelotón se dividió en dos grandes grupos. Por delante, poco más de 30 unidades entre los que se metieron Kittel, Trentin y Ackermann, los tres hombres más nombrados en el arranque de Almería cuando de señalar a los favoritos se trataba. Sólo el italiano Mareczko, como representante de los grandes velocistas, se quedó cortado en el segundo pelotón.

Desde ese momento, se inició uno de los espectáculos más bonitos que puede ofrecer este deporte: la pelea sin cuartel, una persecución frenética, entre un grupo cabecero en el que Mitchelton-Scott, la escuadra más numerosa, asumía todo el trabajo y un pelotón perseguidor en el que, pese a no contar con un equipo que comandara de forma clara la persecución, se vaciaba tratando que la hemorragia de segundos no fuera en aumento sabiendo, sobre todo, que el pequeño circuito final en Roquetas de Mar iba a jugar siempre a favor del reducido grupo delantero.

Una cosa, en cualquier caso, llamaba poderosamente la atención en la táctica que estaba desplegando por delante el Mitchelton-Scott. Su principal baza teórica para el día de hoy, Matteo Trentin, no dudaba en pasar a los relevos. No se vaciaba, es cierto, tanto como algunos de sus compañeros –mención especial merece Jack Bauer en este sentido–, pero el campeón de Europa trabajaba por mantener lejos a los perseguidores, algo que no hacía el esloveno Luka Mezgec. Por su parte, Marcel Kittel y Pascal Ackermann, las dos balas alemanas, se resguardaban a cola de sus respectivos equipos, muy reducidos al haberse visto sorprendidos varios de sus hombres en ese corte que desencadenó la locura final.

Cuando ya quedó claro que los perseguidores no iban a poder dar caza a la cabeza, dentro del casco urbano de Roquetas de Mar, fueron los Katusha-Alpecin y los Bora-Hansgrohe los que, toda vez que Mitchelton-Scott había quemado por completo a varios miembros de su tren, tomaron el relevo de los australianos. El duelo iba a ser, sencillamente, brutal. Un enfrentamiento de pura fuerza entre los mejores velocistas del momento.

Matteo Trentin, haciendo buenas las señales antes comentadas, actuó de último lanzador de Mezgec. Tanto Kittel como Ackermann leyeron muy bien la situación y se colocaron a rueda del esloveno. Trentin, poco acostumbrado a lanzar a sus compañeros, se apartó de forma un tanto caótica obstaculizando por un momento a su compañero, algo que no les sucedió a los dos germanos, que tomaron esos pocos centímetros que depredadores de su talla necesitan para hacer la diferencia.

Ya despojados de todos sus lanzadores, Ackermann y Kittel se enfrentaron en un precioso y plástico duelo del que el campeón de Alemania salió vencedor por apenas medio tubular en un colofón precioso a una de las ediciones más bonitas de la Clásica de Almería de los últimos años con, como él mismo reconocería en el podio, su ídolo de juventud Marcel Kittel en segunda posición y el gran derrotado, Luka Mezgec, en el tercer puesto dejando a Carlos Barbero con la cuarta plaza como mejor español justo por delante de su compañero José Joaquín Rojas.

DECLARACIONES PASCAL ACKERMANN

El vencedor de la prueba, el alemán Pascal Ackermann aseguraba, nada más cruzar la línea de meta, que “ha sido una carrera realmente dura. Mitchelton-Scott decidió subir el ritmo a falta de 100 kilómetros para el final y propició ese corte en el pelotón. Hemos peleado todo ese tiempo para mantener al segundo grupo lejos y luego, el sprint final, ¡fue muy duro!”

En cuanto a ese movimiento táctico de Mitchelton-Scott de dejar a Trentin fuera de la pelea por el triunfo y utilizarlo como último lanzador, el ganador explicó que “no me sorprendió. Estuve atento a sus movimientos durante la carrera y me di cuenta de que estaba pasando a los relevos y que Luka Mezgec no estaba pasando en ningún momento al frente, así que sabía que era su rueda y no la de Trentin la que iba a tener que seguir en el sprint”.

Con sólo tres días de carrera en las piernas, Ackermann no podía comenzar de forma más positiva un 2019 en el que tiene, tras cerrar 2018 con más triunfos que Peter Sagan, un listón muy alto que superar. “Creo que es muy bueno para mantener la tensión. Siempre es muy bueno ganar pronto en la temporada. Estoy muy contento y este triunfo me da mucha motivación de cara a mi próximo objetivo, que será la Volta al Algarve la próxima semana”.

En cuanto a sus próximos objetivos, el ganador de la XXXII Clásica de Almería adelantaba que “después de Algarve me iré a Bélgica para correr algunas clásicas y luego me centraré en mi gran objetivo de la temporada, que es el Giro de Italia”.